Andrés Eloy Blanco

Poeta cristiano y comprometido

Él era un a persona que amaba a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo por amor de Dios

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Poeta cristiano y comprometido

Si se me pidiera definir en dos platos qué cosa es un cristiano diría: Alguien que ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo por amor de Dios. Pero... no nos vamos a caer a embustes, sabemos que hay "cristianos" que se quedan con la primera parte y se saltan a la torera la segunda, para no tomarse el trabajo de querer a nadie (o, en todo caso, para querer solamente a "la gente que es como uno"). Para ese tipo de cristianos fue que San Juan puso en su evangelio: Si no amas a tu hermano a quien ves, ¿cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves?

El mayor objeto del cariño de Andrés Eloy fue alguien muy concreto:
1930. Juan Bimba
es el hombre del pueblo de Venezuela.
Se llama Pedro Ruiz,
Juan Álvarez,
Natividad Rojas,
pero se llama Juan Bimba.
Su malicia no es mala
Nace del mal que le han hecho.

Sin embargo, a punto estuvo Andrés Eloy de quedarse en su olimpo de poeta y no ver nada de nada. ¡La Caracas de cuando Gómez era tan agradable y halagadora para con los jóvenes inteligentes! Más aún con un poeta simpático que ya había sido "premiado en Santander". ¿No habrá sentido Andrés Eloy la tentación de pasarla bien y "no meterse"? No sé. Pero, en todo caso, vino el año 28, los estudiantes se alzaron, el abogado poeta "se metió" y terminó en la cárcel porque:
Nunca seré maestro ni valiente de oficio,
pero a mí la justicia me arrastra como un vicio.

Allí, en una celda, el "poeta de juegos florales" se encontró a sí mismo: ... "yo venía de los libros, yo venía de la gesta y del Romancero. Yo soy, y me enorgullezco de decirlo, un discípulo del pueblo. Fue el pueblo mismo, el dolor de ese pueblo, la angustia de ese pueblo, como el mejor de los maestros, lo que hizo de mí, hasta como poeta, un hombre distinto del que era, y no me quejo".

En la cárcel tuvo Andrés Eloy uno de sus más lindos "mano a mano" con Papá Dios, en la Dedicación del día a Jesús de Galilea:
Jesús,
mi comandante,
suprema fórmula de hombría,
flor de varón en la perfección última....
por este anhelo de justicia
que hoy desbasta mi horrendo pecado de pereza,
gracias.
Por la sed de fraternidad
que salva el panorama de mis lujurias negras,
gracias.

Y fue también en la cárcel, en un Jueves Santo de 1929, cuando Andrés Eloy entró más en confianza con su "comandante" atreviéndose a hacerle un pedido insólito: ...
Hoy haces falta,
mucho trabajo tienes esta noche,
no hay que morir este año, viejo mío.
¿qué importa un año sin Viernes Santo?
Para el año que viene tal vez se arregle esto
y entonces ya te podrás morir
y estar bien a tus anchas, uno o dos meses muerto.

Yendo así, del prójimo a Papá Dios, y de Papá Dios a sus dos hijos, Andrés Eloy concibió a "los hijos infinitos":
Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa,
y al niño gringo que carga la criolla,
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.

Cuando le llegó el momento de hacer política concreta, Andrés Eloy exhortó así al Congreso: "Vamos a hacer pues leyes. Leyes acordes con el ’ama a tu prójimo como a ti mismo’... "El número de leyes no es lo que vale sino la justicia que contengan. Hagamos 5 leyes, hagamos 3 leyes, pero 3 leyes justas, 3 leyes hermosas, 3 leyes que se parezcan al pueblo de Venezuela."

Este espíritu "entró" también en unos versos que en Venezuela, bajo cualquier gobierno, deberían leerse antes de comenzar las reuniones del Gabinete Económico: ...
lo que hay que dar es un modo
de no tener demasiado,
y un modo de que otros tengan
su modo de tener algo,
trabajo es lo que hay que dar
y su valor al trabajo.


Una vez leí que, para encontrar a Andrés Eloy, había que "ir pueblo adentro preguntando". Es verdad. Ese hombre cristiano y comprometido, desprovisto de toda soberbia intelectual y lleno de caridad, tradujo en sus versos lo mejor de la conciencia nacional.

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